Los equipos de rescate en Turquía y Siria, han reportado más de 22 mil 300 muertos por el mortífero terremoto que sacudió a estos países el 5 de febrero.
La ayuda humanitaria empezó a llegar a Turquía desde el martes, pero el acceso a Siria, en guerra y con su régimen sancionado por la comunidad internacional, es mucho más complicado.
La guerra destruyó hospitales y causó problemas en el suministro de electricidad y agua en Siria, pero la Organización de las Naciones Unidas (ONU) solo puede enviar ayuda a las zonas rebeldes del noroeste a través del cruce de Bab al Hawa en la frontera con Turquía.
La diplomacia turca afirmó que está trabajando para abrir otros dos puntos de paso con las regiones bajo el control del gobierno sirio "por razones humanitarias".
Al respecto, el gobierno sirio anunció que autorizará el suministro de ayuda internacional a zonas controladas por los rebeldes, con la "supervisión" del Comité Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja siria. El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, exigió por su parte "un alto el fuego inmediato" en Siria para facilitar el suministro de ayuda.
Además, la situación, agravada por un frío glacial, llevó este viernes al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), en lucha armada contra el ejército turco desde 1984, a suspender temporalmente sus operaciones en Turquía.
A la zona acudieron centenares de rescatistas de Catar, Malasia, España, Kazajistán, India y otros lugares. Incluso al menos 30 mineros recorrieron mil kilómetros desde Zonguldak, cerca del mar Negro, hasta Antakya para ayudar en las labores de búsqueda.
Según los últimos balances oficiales, el sismo de magnitud 7.8 y que estuvo seguido de más de un centenar de réplicas, dejó al menos 22 mil 368 muertos, 18 mil 991 de ellos en Turquía y tres mil 377 en Siria.
MRG