8M: ¡Guerra!

Editorial Telediario

V E R T E B R A L

México /

El movimiento del ocho de marzo, día internacional de la mujer perdió fuerza en el país a comparación del año pasado. 

Primero porque la pandemia hizo estragos en todos los ámbitos, se trata de un fenómeno transversal que impacta varias aristas como la social, de salud, económica. 

No se dio el "manotazo en la mesa" como en el 2020, a pesar de que las autoridades se prepararon con vallas, tratando de amurallar el Palacio Federal, con francotiradores en los techos del recinto disfrazados de técnicos que volarían drones en casos de contingencia, el Presidente López Obrador se preparó y previó una verdadera legión que nunca llegó.

Aquí en La Laguna los colectivos feministas salieron a las calles de forma ordenada, lo único cuestionable fue el "Aborto legal, estado feminicida" que apareció escrito en la fachada de la Catedral del Carmen.

Yo creo en dos posturas, creo en que atentar en contra de una efigie, monumento histórico o dogma de fe es de pos sí insultante, más para una mujer, qué pensarán las religiosas que fueron educadas a ultranza del hecho, qué pensarán todas aquellas que van al Santísimo a llorar atormentadas por alguna tribulación o los propios sacerdotes que preservan y consideran sagrados sus espacios, el dicho aplica perfecto aquí: 

Tu derecho termina cuando empieza el mío.

La segunda postura la comparto con Sandra Sierra, la creadora de la Fundación por la Promoción para el Desarrollo y el Empoderamiento de las Mujeres y es la que defiende la "forma" en la que las mujeres se hacen notar, destruyendo infraestructura, haciendo pintas, enfrentándose a la policía, lanzando gasolina (aunque esto represente un peligro de muerte a sus semejantes), esa es la que los "poderosos", las autoridades, los creadores de leyes, los que deben procurar justicia las visibilicen, de lo contrario va ocurrir lo de siempre: 

Hacemos una guardia en algún monumento de relumbrón político, nos vestimos de morado, las mujeres salen todas "lindas" a marchar y se acabó.

Lo demás no existe, las mujeres violentadas (en el mejor de los casos), las mujeres acosadas o violadas, aquellas que, además de tener ese género, sostienen otra condición de la vulnerabilidad como la de indígena o discapacidad, por mencionar alguna. 

Ahí está el caso de Violeta, esa mujer de 25 años de edad a quien asesinaron en su casa y que luego de la denuncia por parte de la familia, al parecer las autoridades desestimaron las pruebas que la propia hermana les facilitó. 

Ahí sí es válido, ahí sí es guerra contra quien resulte responsable.

 

angel.carrillo@multimedios.com

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