Por más de tres meses, el cuerpo de Susana Silvestre León, joven trans de 36 años, permaneció en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF), aunque las autoridades del organismo negaban tenerlo, a pesar de las pruebas que presentaron y las preguntas que hicieron por ella sus familiares.
El cuerpo de Susana fue entregado a sus seres queridos hasta el pasado 4 de febrero. De no ser por la presión de colectivos y familia, sus restos estarían olvidados, sin identificación, bajo tierra.
“Nuestra compañera Susana estuvo a punto de ser inhumada como una persona fallecida no identificada. Lo cual haría que las personas cercanas y sus familiares hubieran tenido que seguir buscando indefinidamente”, apunta uno de sus allegados.
Los colectivos de personas desaparecidas y LGBTQ+ exigieron a las autoridades trabajar en la identificación y no solo inhumar los restos humanos. Tan solo en lo que va del año fueron enterradas 35 personas cuya identidad se desconoce.
CGE