CIUDAD DE MÉXICO.- Apenas 10 días después de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, el 12 de octubre de 1968 fueron inaugurados los XIX Juegos Olímpicos en México, los primeros que se realizaron en territorio latinoamericano.
El presidente Gustavo Díaz Ordaz encabezó la ceremonia en el estadio olímpico universitario de Ciudad Universitaria, a donde miles de personas llegaron desde las 8:30 horas, cuando abrieron las puertas del recinto.
De acuerdo con el Archivo General de la Nación, el estadio estuvo ambientado por música de Tata Nacho y Agustín Lara, además de otros compositores mexicanos. Además, Mario Moreno Cantinflas fue reconocido por los espectadores en una de las tribunas, provocando mayor exaltación y una ovación a su persona.
Cuando la ceremonia de apertura dio inicio, luego del ingreso del Primer Mandatario de México al palco presidencial, los gigantescos aros olímpicos de goma que estaban atados en la cabecera norte de la cancha, fueron conducidos al centro de la misma y posteriormente liberados para comenzar su ascenso por el cielo mexicano, hasta perderse de vista.
El presidente del Comité Olímpico Internacional, Avery Brundage, reconoció la ceremonia diciendo “nunca antes nadie mejor”.
Poco después arribó al estadio la antorcha olímpica. Enriqueta Basilio, joven atleta bajacaliforniana, ostentaba orgullosa la llama que viajó durante 50 días y recorrió 14 mil 800 kilómetros. Con la llama avivada en las alturas, más de once mil palomas blancas fueron liberadas hacia el cielo, para dar inicio al desfile inaugural.
La delegación mexicana fue la última en desfilar de entre los 108 contingentes de naciones participantes. La delegación mexicana desfiló al compás de la Marcha de Zacatecas, logrando que el estadio completo explotará en júbilo.
El evento fue transmitido por televisión satelital a más del 60 por ciento de los países del mundo.
La antorcha
De acuerdo con el sitito oficial de las Olimpiadas, tras su encendido en Olimpia, la llama viajó mediante relevos desde Grecia hasta Atenas, donde zarpó hacia Italia el 25 de agosto. Dos días después, el 27 de agosto la llama desembarcó en Génova, Italia, donde se celebró una ceremonia frente a la casa donde había vivido Cristóbal Colón. Al día siguiente partió, de nuevo por mar, hacia España.
El 30 de agosto, la llama llegó a Barcelona, ciudad a la que Colón había llegado a su regreso de América. Por tierra, recorrió España pasando por Madrid hasta llegar a Palos de la Frontera. La última etapa del relevo fue recorrida por Cristóbal Colón Carbajal, descendiente directo de Cristóbal Colón.
La llama salió de la costa sur de España el 12 de septiembre, llegando a las Islas Canarias el 14 de septiembre y, quince días después, a San Salvador (Bahamas), justo el lugar donde Colón desembarcó en el Nuevo Mundo en 1492.
El 6 de octubre, la llama desembarcó en Veracruz, México, transportada por un relevo de 17 nadadores que la acercaron a la orilla. Enseguida la llevaron a Teotihuacán donde la noche del 11 de octubre se celebró una ceremonia que simbolizaba la fusión de las mitologías del Viejo y del Nuevo Mundo en el emplazamiento de las pirámides.
Cuando la llama llegó a Ciudad de México en la mañana de la ceremonia inaugural, el 12 de octubre, se encendieron dos antorchas con ella. Una de ellas se llevó al Museo Nacional de Antropología, una de las sedes de la Olimpiada Cultural. Una segunda antorcha se llevó en avión a Acapulco, lugar donde se celebraron las competiciones de vela. En ambos lugares se encendió un pebetero que se mantuvo encendido durante los Juegos.
La imagen
El logo de México 68 fue una combinación de los cinco anillos olímpicos y el año. El diseño fue colaboración de tres artistas: Pedro Ramírez Vázquez, arquitecto y presidente del Comité Organizador de los Juegos, Eduardo Terrazas (México) y Lance Wyman (Estados Unidos).
El logo se usó para crear el póster en blanco y negro, que recuerda los patrones de los huichol. Unos 25 mil ejemplares del póster presentado se elaboraron en azul, rojo, amarillo, verde o negro.
Medallas
Las medallas de los Juegos Olímpicos de 1968 fueron las últimas en ser exactamente iguales a las que se venían entregando desde los juegos de 1928.
En el anverso, la tradicional diosa de la victoria, con una palma en la mano izquierda y una corona de ganador en la derecha.
El diseño fue utilizado desde los Juegos de 1928 en Ámsterdam, y fue creado por el artista florentino Giuseppe Cassioli y elegido tras un concurso organizado por el Comité Olímpico Internacional en 1921. Para las olimpiadas de 1968, la imagen de la diosa estuvo acompañada de la inscripción específica "XIX Olimpiada México 1968".
En el reverso, un campeón olímpico llevado en volandas por la multitud, con el estadio olímpico de fondo.
Controversia por la altitud
La elección de Ciudad de México como sede de los Juegos Olímpicos de 1968 resultó ser polémica debido a la elevada altitud de la ciudad sobre el nivel del mar: 2 mil 300 metros.
Era la primera vez que los Juegos se celebraban en Latinoamérica, y la altitud supuso una ventaja en las pruebas que requerían un esfuerzo breve pero intenso, como las carreras de corta distancia (hasta 800 metros), los saltos, los lanzamientos y la halterofilia.
En cambio, esta condición resultó perjudicial para las pruebas de resistencia que duraban más de dos minutos, como las carreras de larga y media distancia, la natación y el ciclismo.
MCM