La Administración de Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés) fue la que descubrió que el líder del Cártel del Golfo, Mario Cárdenas Guillén, El M-1, quien acaba de ser extraditado a Estados Unidos, no solo dirigió a la mencionada organización criminal cuando estaba libre, sino que lo seguía haciendo aun cuando estaba interno en el penal de máxima seguridad del Altiplano, en el Estado de México.
En dos expedientes judiciales, se detalla que los norteamericanos documentaron cada uno de los cargos que desempeñó El M-1 desde que sus hermanos Osiel y Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, estuvieron al frente del cártel, hasta que el primero fue detenido en 2003, y el segundo abatido por las Fuerzas Especiales de la Secretaría de Marina, en 2010.
Las actividades de Mario Cárdenas Guillén incluyeron la importación a gran escala de cargamentos de cocaína del área del Valle del Sur de Texas, al área de Houston.
Derivado del intercambio de información, la Fiscalía General de la República (FGR) comenzó a intervenir comunicaciones y pudo conocer que Mario Alberto Cárdenas Medina, El Betillo, hijo de El M-1, estaba involucrado en el presunto secuestro y tráfico de indocumentados en Tamaulipas, así como en el trasiego de drogas y en la compra de armamento.
La FGR también obtuvo información de la Agencia de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego, de Estados Unidos, (ATF por sus siglas en inglés) donde una fuente identificó a El Betillo como la cabeza del cártel, y que las órdenes las recibía por parte de su padre.
Cárdenas Medina, quien en 2019 vivía en un inmueble de la calle Crestón, colonia Jardines del Pedregal, alcaldía Álvaro Obregón, en la Ciudad de México, comenzó a ser seguido por los agentes federales, ya que constantemente visitaba el restaurante El Tenampa, en la Plaza de Garibaldi.
La dependencia federal documentó que El Betillo mantuvo conversaciones telefónicas, con las personas identificadas como Chicuito, Bebo, El Pildoras, Nachito, Willy y Sergio Lanzagorta; igualmente, con Víctor Manuel Vázquez Mireles (uno de los líderes históricos del cártel actualmente), así como con La Licenciada, persona que era el conducto por el que se comunicaba con su padre El M1, preso en el Altiplano, quien daba instrucciones al grupo criminal.
Así fue como la FGR afirma pudo conocer en esta administración, desde el 29 de marzo de 2019, sobre la compra y resguardo de armamento y el trasiego de drogas, ésta última que era vendida a Estados Unidos, entre otros delitos.
Uno de los informantes de los norteamericanos reveló que entre 2006 y 2010, había realizado viajes regulares de Houston a varios lugares en México para reunirse con Mario Cárdenas Guillén o sus asociados con el fin de conseguir embarques de cocaína. Una vez que esos embarques se recibían, la droga era distribuida en suelo estadunidense a sus propios clientes, así como fuera del estado Texas, a través de camiones comerciales y de otras distintas maneras.
De acuerdo con la investigación de los norteamericanos, el 4 de octubre de 2006, agentes detuvieron un camión en Nacogdoches, Texas, que transportaba 48 kilos de cocaína.
El 27 de junio de 2009, los agentes estadunidenses fueron llamados a la escena de un doble homicidio en Filadelfia, Pensilvania. Ahí descubrieron los cuerpos de dos distribuidores de cocaína provista por el cártel del Golfo. Ambas víctimas recibieron balazos cuando trataron de robarles las drogas y el dinero.
En el lugar se localizaron 16 kilos de coca y 111 mil 403 dólares generados por la venta de otros kilos de droga.
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