El crimen organizado en México pasó, en menos de dos décadas, por tres fases en el uso de drones, yendo de su descubrimiento y empleo a su sofisticación y aprovechamiento bélico. Si la tendencia sigue así, explicaron expertos, la cuarta fase y más letal de todas llegaría el siguiente año: su uso contra las Fuerzas Armadas.
Los primeros drones fueron usados por primera vez por el narco en México alrededor de los años 2009 a 2014, cuando se les veía volando sobre las cárceles. Su uso, en esos años, era principalmente de transporte, recordó Chris Dalby, experto en seguridad y ex director de Insigth Crime.
“La primera fase es para meter droga y otro tipo de contrabando dentro de las prisiones. Así introducían marihuana, cocaína, teléfonos, hasta armas o las comodidades que exigían los presos más importantes. Usaban drones comerciales o improvisados. También se usaban como si fueran palomas mensajeras: servían para enviar o recibir mensajes fuera y dentro de los penales”, contó a TELEDIARIO.
¿Qué cártel comenzó con el uso de drones en México?
Los pioneros en el uso de drones en México fueron los integrantes del Cártel de Sinaloa. Sin embargo, existen pocos registros de cuando se comenzaron a utilizar, ya que no controlaban sólo las prisiones, sino también las noticias que salían de ellas.
Existe una nota en un blog especializado en crimen organizado, donde se asegura que la figa de Heriberto Mariscal Navarrete, sicario y vecino de Joaquín Guzmán, El Chapo, se logró gracias a la información recabada por un dron sobre el penal de Aguaruto, en Culiacán, en 2010, aunque no se dan grandes detalles.
“Los delincuentes también utilizan drones para obtener datos sobre prisiones y otros centros penitenciarios, como la distribución de las instalaciones, la ubicación de los guardias, sus turnos de trabajo y la ubicación de las cámaras. Esta información puede utilizarse para planear fugas, coordinar ataques o introducir contrabando en la prisión”, escribió Shani Weinstein, experto en crimen organizado y director de marketing en la empresa Sentrycs, especializada en drones.
¿Cómo comenzaron los cárteles a profesionalizar su uso de drones en México?
Luego, llegó la segunda etapa, la de vigilancia. Entre 2014 y 2020, los cárteles mexicanos comenzaron a usar drones para ubicar los retenes de las autoridades migratorias en México o los vehículos de la Patrulla Fronteriza del lado de Estados Unidos. Así podían improvisar rutas para llevar drogas, armas y migrantes.
Para mejorar sus estrategias, después, incorporaron más tecnología a sus drones, algo inédito para esos años. Por ejemplo: instalar cámaras térmicas para ubicar cuerpos humanos o de perros en la noche; colocar radares de microondas para detectar objetos móviles, como patrullas; y montar detectores de radiofrecuencias para ubicar brigadas en la frontera.
“Mientras un agente monitoreaba la frontera por la noche utilizando una cámara infrarroja, observó un pequeño objeto aéreo que se desplazaba hacia el norte cruzando la frontera internacional de los Estados Unidos. El objeto viajó aproximadamente 100 yardas (91 metros) dentro del territorio estadounidense y luego regresó a México. Este patrón se repitió tres veces”.
“Aproximadamente dos minutos después de que el objeto regresara a México por tercera vez, un grupo de 10 personas ingresó ilegalmente a los Estados Unidos en la misma área por donde el objeto había estado desplazándose. Posteriormente, las 10 personas fueron detenidas por agentes de la Patrulla Fronteriza. Esta es la primera vez en la historia reciente que se tiene conocimiento del uso de un dron como ‘vigilante’”, publicó la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos en un comunicado de prensa en abril de 2019.
Ese primer registro oficial llegó años después de que el Cártel del Golfo perfeccionara el uso de drones vigilantes. Incluso, en Matamoros, los “polleros” ligados a ese grupo criminal ya narraban que usaban drones como sueñuelo, es decir, los volaban hacia una dirección para distraer a los agentes fronterizos, mientras introducían migrantes indocumentados por otro lugar alejado.
Cárteles comienzan a equipar sus drones con explosivos
La tercera fase tiene un año y uso establecido: 2017, los drones explosivos. Esta vez, el grupo criminal que inaugura esta etapa ya no está en el norte de México, sino en el centro y occidente, específicamente en la frontera entre Michoacán y Jalisco.
“El primer caso documentado y registrado de este tipo es en 2017. El Cártel Jalisco Nueva Generación usa drones comerciales y pone pequeñas cantidades de explosivos de varios tipos, como C4, para bombardear a enemigos y poblaciones en Michoacán. Esto es visto como un gran paso porque, hasta mi conocimiento, es el primer grupo en América Latina en usar este tipo de tácticas”, comentó Dalby, autor del libro CJNG: El cártel más peligroso de México.
Esas pequeñas cargas han elevado cada año su poder destructor. Por ejemplo, en municipios como Buenavista, Michoacán, el activista por los derechos humanos Guadalupe Mora, hermano del asesinado autodefensa Hipólito Mora, ha identificado que los drones ahora sueltan desde el cielo granadas de fragmentación, más destructivas que pequeñas cargas de C4.
“Los drones no han matado de forma significativa a muchas personas. En 2023, el Ejército mexicano revela, por primera vez, que elementos de las Fuerzas Armadas han sido heridos o hasta asesinados con drones, pero lo dice en un reporte que también menciona minas, lo que se llama en inglés IED (Improvised Explosive Devices o, en español, Dispositivos Explosivos Improvisados), que son tipo bombas artesanales que dejan en la calle. Entonces es muy difícil saber cuántas personas de las Fuerzas Armadas o de la policía han muerto por drones”.
El poder de este armamento, en cambio, es psicológico. Los drones explosivos son silenciosos y discretos. Así que pueden atacar durante una tarde tranquila, cuando los soldados creen que nadie se acerca a ellos por caminos o puertos. O por la noche, mientras la población duerme. Y a diferencia de una bala perdida que puede impactar en una extremidad, o solo rozar la piel, la víctima de un explosivo que se desploma tendrá heridas que casi siempre llevarán a la muerte, pues esos ataques suelen ser incapacitantes y ocurren en lugares lejanos de hospitales o centros de salud.
Son ataques dirigidos por operadores que se encuentran a mediana distancia y que necesitan un control remoto con visor para acertar en sus objetivos. Por ejemplo, hay videos recientes en la “guerra de Sinaloa” de integrantes de La Mayiza que posan con drones tipo DJI Matrice 30/30T drone que se manejan con controles DJI RC Plus, los de última generación.
Tras la llegada de la tercera fase, la Defensa ha ubicado desde 2020 que los cárteles reclutan a militares y operadores de drones con el objetivo de maximizar los daños humanos y materiales. Pero la cuarta y siguiente fase no necesitará de reclutamiento forzado, sino de inteligencia artificial que ya prepara el crimen organizado.
Cárteles comenzarían a usar drones contra las Fuerzas Armadas
El uso de armamento de última generación en guerras convencionales marca el camino que seguirá el crimen organizado. Así sucede con los drones desde 2002, cuando se registró el primer asesinato selectivo por un vehículo aéreo no tripulado Marib, Yemen, donde fue asesinado Qa’id Salim Sinan al-Harithi, líder de Al-Qaeda y objetivo de la milicia estadounidense.
Sarah Knuckey, abogada internacional en derechos humanos y relatora especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, alerta sobre una cuarta fase que podría resumirse en una palabra: automatización.
En esta fase, los drones explosivos ya no necesitan ser controlados a distancia por un ser humano que ha pasado días completos entrenándose para minimizar sus errores. Basta programar el dispositivo para que reconozca una instalación estratégica, un automóvil, placas o un rostro extraído de una fotografía en redes sociales y el dron atacará con precisión milimétrica.
De ese modo, se elimina el factor de impericia del controlador del dron y se dificulta a las autoridades ubicar al autor material de una embestida contra un cuartel, un vehículo militar o un general, aunque también puede ser un juez, activista, periodista u opositor.
Estos drones de cuarta fase son suicidas —también conocidos como municiones de merodeo— pues están diseñados para volar sin rumbo sobre posibles objetivos y atacar cuando se presenta una oportunidad. Por ejemplo, el dron Switchblade 300 ofrece un sistema de misiles liviano y guiado con precisión que puede ser desplegado rápidamente y ofrece video en tiempo real para confirmar a sus propietarios que el objetivo ha sido exitosamente asesinado a distancia.
“En tiempos de guerra, los objetivos prioritarios de estos ataques son militares (...) Lo mismo sucede en conflictos armados donde hay contrainsurgencia”, asegura el filósofo Michael Walzer en su ensayo “Exterminio selectivo justo e injusto y guerra con drones”. Es decir, los blancos preferidos serán las Fuerzas Armadas también en conflictos como “la guerra contra el narco” en México.
Este uso estratégico de drones suicidas, aseguran los expertos, representa un cambio significativo en las tácticas militares, pues ofrecen una triada asesina: mayor precisión, menor riesgo para el crimen organizado y la capacidad de atacar objetivos en entornos complejos.
KT