Dejó atrás a sus trabajadores, comenzó a colaborar con las autoridades y luego escapó. Samuel Caraway, un hombre originario de Houston, Texas, encabezó alguna vez una red de tráfico de cocaína provista por el poderoso Cártel del Golfo en México, hasta que la Agencia para el Control de Drogas (DEA) le puso la mira encima y los desarticuló.
Fue en 2015 que la agencia antidrogas estadunidense comenzó a investigar el caso de distribución de cocaína desde Houston, Texas, a varios estados como Indianápolis, Illinois, Cincinnati, Ohio, Atlanta, Georgia, y Louisiana. Samuel Ruben Caraway, a quien conocían como Big Sam, era el principal suministrador las drogas.
Big Sam reclutaba a sus operadores como si se tratara de una estafa piramidal, cada nuevo agente conseguía a un nuevo colaborador. Así se formó el círculo principal de traficantes, conformado por Victor Johnson, Samuel Monroe, Jamie Green, Dana Bell, Rodney Smith, Aston Allison, Nahum Shibeshi y Terrance Miles.
La célula a cargo de Caraway movió varios millones de dólares de cocaína que obtenía del Cártel del Golfo en México. La droga era movida entre estados a través de autos rentados, en los mismos en los que regresaban con las ganancias en efectivo a Houston, Texas. Cada envío era de aproximadamente 40 o 50 kilos.
Las ganancias eran escondidas en diversos compartimentos del auto, como las llantas. Además, utilizaban cuartos de hotel para apilar el efectivo que generaban. En una sola operación, la DEA aseguró casi un millón 200 mil dólares en un vehículo y un cuarto de hotel.
En diciembre de 2015, el mismo día que todos los operadores de Caraway cayeron luego de que una fuente confidencial dentro de la organización comenzó a advertir a la DEA de cómo, cuándo y en dónde se recibían y transportaban la droga. Eventualmente todos llegaron a acuerdos de culpabilidad y recibieron sentencias de entre 4 y 21 años.
Aunque su jefe, Samuel Caraway, se mantuvo escondido. No estaba dentro de sus planes pisar prisión, así que a través de uno de los abogados de sus colaboradores detenidos se puso en contacto con las autoridades estadunidenses para colaborar, aunque no por mucho tiempo.
En mayo de 2017 incluso viajó a Illinois para rendir su testimonio sobre cómo conseguía las drogas de parte del Cártel del Golfo y se le permitió regresar como un hombre libre a su hogar en Houston, Texas.
Pero cuatro meses después cometió un error. Participó en un robo con violencia y las autoridades terminaron con el acuerdo. Le dieron un ultimátum: tenía hasta diciembre de ese año para entregarse y enfrentar la acusación criminal en su contra. Pero Samuel decidió no hacerlo y se escondió por casi cinco años. Hasta que el 15 de julio fue detenido por una infracción de tránsito.
Después fue encontrado culpable de tráfico de cocaína y se le impusieron 30 años de prisión. El juez le dio una sentencia más alta a la propuesta por la fiscalía por engañar a las autoridades y esconderse por años, mientras sus colegas purgaban sus penas en prisión.
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