Daño físico y mental, clave para fijar indemnización a los LeBarón

La Corte de Dakota dictó los montos que el cártel de Juárez debe pagar a cada uno de los 56 sobrevivientes a partir de su exposición al sufrimiento.

| AP
Ciudad de México /

Aquella mañana del 4 de noviembre de 2019, la pequeña Faith, de siete meses, alcanzó a ser colocada por su madre debajo de un asiento. Aún se preguntan cómo en medio de la ráfaga de 200 balas, alcanzó a desatar la engorrosa sillita de carro para poner a su bebé al ras de sus pies.

Después salió, probablemente con las manos arriba para pedir clemencia por sus otros hijos. Los sicarios no tuvieron piedad: la asesinaron de frente. Creen que eso pudo haber ayudado a que no miraran hacia adentro.

Faith permaneció entre ocho y nueve horas en el interior del carro, mientras su madre yacía afuera. Cuando al fin la niña fue hallada, estaba severamente deshidratada, con una diminuta gota de sangre en la parte superior de su cabeza, aún sin cabello.


“Como si una de las balas o un trozo de plástico del asiento del automóvil por donde la bala pasó rozando, hubiera cortado su cabeza”. Cuando encontraron a la pequeña de siete meses estaba débil, en silencio, empapada. Estaba en shock y, aunque aún no hablaba, sabía que estaba aterrada.

Hoy se cree que los sicarios creyeron durante tres horas que Faith estaba muerta.

A través de videos, testimonios, dictámenes de expertos y desgloses económicos, a los que MILENIO tuvo acceso, la Corte de Dakota detalla en un expediente de 165 páginas el dolor físico y psicológico que padecieron los sobrevivientes de cuatro familias de la comunidad LeBarón. A partir de ello se fijó el monto de la indemnización que debe recibir cada víctima.


Basados en el nivel de exposición al sufrimiento, la sentencia de la Corte estadunidense tasó costos individuales a cada uno de los 56 sobrevivientes de la masacre. La suma total triplicada, calculando intereses, se estableció en 4 mil 641 millones de dólares. Los montos personalizados van de los 22 a los 228 millones de dólares.


Consulta aquí el expediente de la Corte de Dakota


Ahora, dos años y muchos meses después de ese día, la reconocida doctora Donna Schuurman, experta en duelos y niños, evaluó a Faith, quien ya pasa los tres años de edad.

La experta, una mujer de cabello blanco y sonrisa afable, asegura que lo más probable es que la niña enfrente síntomas persistentes de trauma, duelo, depresión, ira, tristeza, ansiedad, desamparo y desesperanza.


Donna Schuurman revela algo tremendo: Faith es considerada un “bebé milagro”, de esos casos únicos en un millón, que sobreviven a lo imposible. Se sabe que bajo esta condición hay una “presión adicional” en la vida, además de lidiar con las horribles circunstancias de la muerte de su madre.

“Acaso, ¿La incapacidad de Faith para verbalizar y expresar el alcance total del severo dolor y sufrimiento físico y psíquico que soportó el 4 de noviembre de 2019, socava su reclamo por el dolor y el sufrimiento?”, se preguntó la familia LeBarón.


No. Y por eso un juez del Distrito Norte de Dakota en Estados Unidos consideró que el cártel de Juárez y su escisión llamada La Línea, quienes asesinaron a la familia LeBarón en 2019, deberá pagar por su sufrimiento a la pequeña Faith 7 millones 680 dólares. La cifra aún sería mayor, calculando que en su reporte final la Corte estableció montos por triplicado.

Aunque el pago parece lejano y más bien simbólico, y un hecho que sentará precedentes, la Corte dictaminó que el Cártel de Juárez pagará muy caro por todo el dolor que infringieron el día de la masacre.

El 4 de noviembre de 2019, miembros del cártel de Juárez y su brazo armado, La Línea, emboscaron a tres mujeres y catorce niños, asesinando a seis niños y tres madres en la Sierra Alta de Sonora.

Todas las personas emboscadas eran ciudadanos estadunidenses. Esto ocurrió aproximadamente a 90 millas al sur de los Estados Unidos. Entre ellos estaba María Rhonita LeBarón y sus cuatro hijos. Según las autoridades cuatro niños estaban “vivos y conscientes” cuando su vehículo fue “definitivamente e intencionalmente incendiado”.



El terrible dolor físico


La herida que recibió Cody, de ocho años, fue de cuatro por seis centímetros. Entró directamente por el hueso de la mandíbula. Sufrió otra herida punzante en la pierna izquierda, en el tórax derecho, en el antebrazo derecho y otra de 6 x 8 centímetros en la pierna derecha. Sobrevivió con el cuerpo roto.

Durante la balacera, Cody no perdió la conciencia. Fue testigo de los asesinatos de su madre y sus dos hermanitos. Recibió ayuda por otro de sus hermanos, quien sostuvo con una almohada el orificio de su mandíbula para así tratar de detener la hemorragia.


Durante diez horas esperó que alguien lo rescatara. Caminó montaña abajo, pero el enorme disparo que recibió en la pierna derecha, el tendón y el músculo expuesto, evitaban que Cody acelerara el paso.

Y a pesar de que caminaron durante un día entero, el niño no pudo beber agua: sabían que se iba a filtrar por su mandíbula. Catorce horas después finalmente recibió atención médica.

Desde el día de la masacre, Cody se ha sometido a siete cirugías para tratar sus heridas, que incluyeron un procedimiento donde le cerraron la mandíbula con alambre, lo cual lo llevó a permanecer dos meses hospitalizado.


Lo más terrible es que el sufrimiento físico para el pequeño niño LeBarón no ha terminado: en un futuro requerirá más cirugías para reemplazar los dientes perdidos, es decir, si su mandíbula vuelve a crecer lo suficiente como para sostener nuevos dientes.

Tras la tragedia, permaneció en una silla de ruedas; sin embargo, a través de terapia física ha aprendido a caminar nuevamente, aunque ha quedado una cojera. Hoy aún sufre dolores de caderas por las lesiones y un tremendo dolor por la desfiguración facial que le dejaron.


Los especialistas aseguran que el pequeño Cody dice que sufre pesadillas, que evidentemente recuerdan la muerte de su madre y sus hermanitos.

“Evaluar el sufrimiento único de cada víctima es indudablemente difícil y un proceso inexacto. La corte otorga 13 millones 160 mil dólares en daños compensatorios al dolor y sufrimiento del sobreviviente”, señaló el dictamen.


La culpa de los niños


El día de la masacre, Kylie Evelyn Langford, de 14 años, recibió una bala en el pie. A McKenzie Rayne Langford, de nueve, le dispararon en la espalda y el antebrazo, causándole daño en los nervios.


Otro de los niños sufrió una fractura en el hombro y una herida de bala de dos pulgadas de diámetro en el hombro. A Brixon Langford, los sicarios le hicieron una laceración de seis centímetros en el pecho, exponiendo su músculo, además de una muñeca fracturada.

“Kylie escuchó a sus hermanos gritando durante todo el ataque y a su madre rezando. El sufrimiento siguió después del ataque, pues llevó a sus dos hermanos heridos por un camino accidentado y montañoso a pesar de que estaba descalza y tenía una herida de bala en el pie”.

“Esperaron más de diez horas a temperaturas bajo cero sin comida, agua o calor. Tenían miedo que el cártel regresara a matarlos. McKenzie intentó llegar sola a La Mora para salvar a sus hermanos”.


Continúa: “Sin embargo, se desorientó e hizo un giro equivocado en una camino a Bavispe. Sin duda experimentó puro terror deambulando por el desierto negro como la brea, perdida durante horas”.

“Es difícil que estas familias encuentren paz”, señala el expediente.

En el documento donde el gobierno estadounidense justifica su decisión de hacer que el Cártel de Juárez pague a los LeBarón, se relata que los niños fueron hospitalizados para tratar sus lesiones.

Y aunque su condición física y sus heridas han sido curadas, los médicos tratantes reconocieron que todos los niños Langford requerirán un “apoyo social significativo” debido a la naturaleza traumática de sus lesiones, así como las muertes de los miembros de la familia.


Los niños actuaron para salvarse entre ellos y eso no fue suficiente: hoy los expertos han determinado que todos y cada uno de ellos cargan con sentimientos de culpa.

La corte determinó que cada uno de los niños sobrevivientes deberá recibir una compensación de 10 millones 970 mil dólares.

Otro de las historias que la Corte tomó en cuenta fue la de dos niños que tenían 13 y 6 años de edad. Evitaron cualquier disparo; sin embargo, los daños psicológicos estarán ahí, siempre.

Vieron a su madre, Dawna, desplomarse sobre el volante mientras moría de múltiples heridas de bala. También a su hermanito, “a quien le faltaba la parte superior del cráneo debido a una herida de bala y a su hermano R.L., quien murió en el suelo de múltiples heridas de bala”.

Cuentan que el cártel disparó activamente contra uno de ellos, quien se escondió entre los arbustos. “Durante toda su carrera por la montaña pensó que la supervivencia de sus hermanos dependía de que él encontrara una familia para rescatarlos”.

“Sufren el costo emocional de perder a sus seres queridos en un ataque horrible, de pesadillas y de ansiedad al escuchar ruidos fuertes. En consecuencia, la Corte otorga 10 millones de dólares a cada uno en compensaciones”, determinó.

Estas compensaciones están justificadas bajo la llamada Ley de Antiterrorismo de Estados Unidos, que contempla incluso la pérdida de compañía, la angustia mental experimentada por los familiares sobrevivientes, entre otros.

Como precedente se encuentran las indemnizaciones a las víctimas del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York, que se tasaron entre los cuatro y los 12.5 millones de dólares.


Pero los niños que sobrevivieron no fueron los únicos indemnizados, también fueron contemplados familiares directos como el padre de Rhonita, quien declaró: “Fue horrible, no puedo imaginar una escena más espantosa para un padre y una familia que tener que encontrar, que hacer lo inconcebible: recoger los huesos y las cenizas de nuestras familias”.

“Esta horrible pesadilla se volvió aún más oscura para el Sr. LeBarón Soto y su familia una vez que recogieron a Rhonita y los huesos y las cenizas de los niños; una vez que limpiaron y prepararon sus cuerpos para el entierro. Y justo cuando las cosas no podían empeorar dijo ‘lo más triste es que no quedaron cuerpos para tocar, vestir y besar una última vez, los sicarios y su maldad encallecida se lo robaron”.

El señor LeBarón Soto dice que hoy siente como si hubiera muerto en la montaña con su hija Rhonita y sus nietos.

Aunque la Corte asegura que el Cártel de Juárez deberá pagar 4 mil 641 millones de dólares como reparación del daño a la familia LeBarón, hasta ahora no han explicado cómo extraerán los recursos de esa organización criminal.



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