A todos sorprendió cuando la adolescente de 12 años apareció en un video subiendo a un carro blanco por su propia voluntad. El caso se volvió mediático después de que sus familiares bloquearon una importante avenida del Estado de México. Solo así consiguieron que la fiscalía local les diera avances de la investigación.
El incidente no tuvo un final trágico: la menor de edad contactó a sus padres para decir que estaba bien y volvió a casa por su propia cuenta; sin embargo, miles de mujeres desaparecidas no tienen el mismo desenlace.
Y es que partir de la pandemia, el delito de trata de personas ha ido en constante aumento porque los explotadores sexuales sofisticaron el método de “enganchar” víctimas a través de redes sociales y chats de videojuegos, como le ocurrió a la adolescente mexiquense.
De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en 2020 ocurrieron 458 casos, mientras que en 2021 se registraron 508 delitos. En los primeros seis meses de 2022 ya se han abierto 329 carpetas de investigación.
Los estados con más casos son el Estado de México (102 casos), Ciudad de México (57), Chihuahua (35), Baja California (29) y Nuevo León (28).
Para los especialistas, la adolescente mexiquense se encontraba en claro riesgo de ser víctima de trata, por las características de la desaparición. Ella se salvó gracias al ruido mediático que tomó su caso.
“Probablemente los delincuentes decidieron devolverla porque era demasiado el riesgo”, señala en entrevista con MILENIO Alejandro Núñez, director de Intervención Social de Casa Alianza, una asociación civil que trabaja con víctimas de explotación sexual.
Cifra negra
Más allá de los datos oficiales, los cuales se basan en carpetas de investigación abiertas a partir de denuncias formales, la cifra negra esconde una realidad que atormenta a miles de familias mexicanas.
El Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México reporta que entre enero de 2021 y junio de 2022 atendió 3 mil 338 reportes por trata de personas en su línea y chat nacionales.
En su “Segundo Reporte Anual: Trata de Personas, Riesgos tras la Pandemia”, el Consejo Ciudadano señala que dos de cada tres víctimas son mujeres y que el 51 por ciento de éstas son menores de edad.
El informe también advierte que, tras las restricciones por la pandemia, las falsas ofertas de empleo en redes sociales, la explotación por parte de familiares y el enamoramiento vía internet se convirtieron en las principales formas de captación de nuevas víctimas.
A pesar de lo que puede apreciarse en el video, y de que la misma adolescente declaró haberse ausentado por su propia voluntad, Alejandro Núñez no culpa a la menor pues asegura que los delincuentes son expertos en lo que hacen: ganar la confianza de las víctimas.
El especialista de Casa Alianza explica que es a través de redes sociales, y de algunos videojuegos, que los delincuentes inician un proceso que los expertos denominan “enganchar”.
Dicho proceso consiste en acercarse a las víctimas, ganarse su confianza e involucrarse en sus vidas hasta lograr convencerlas de llevar a cabo un encuentro físico.
“Su principal objetivo es tener ese contacto físico para después poder pasar al siguiente nivel que consiste en trasladarlos al lugar donde los tendrán cautivos y donde se llevará a cabo la explotación, la cual puede ser de tipo sexual o laboral”, comenta.
“En el caso de la menor que se sube al carro por su propia cuenta, e incluso antes de subir le da un abrazo al hombre del video, vemos este modelo de operar. En este caso los delincuentes ya se ganaron su confianza.
“Es importante estar atentos porque en el delito de trata, la sustracción de las personas no es como en otros donde llegan y te suben por la fuerza, sino que tú dejas tu hogar por tu propia voluntad. Estas personas se dedican durante meses a crear este vínculo de confianza, son personas expertas que saben exactamente qué hacer y qué decir para poder llegar al encuentro físico”, advierte Núñez.
Más que un simple juego
La pandemia llegó para cambiarlo todo, incluso la manera de actuar de los criminales. Incapaces de concretar encuentros físicos con sus víctimas mejoraron sus estrategias para engancharlas por internet.
Si bien desde su surgimiento las redes sociales se convirtieron en focos rojos a través de los cuales los delincuentes buscaban y contactaba a sus posibles víctimas, con la pandemia sus canales se diversificaron: anuncios falsos de empleo en Facebook y chats privados en videojuegos fueron los nuevos caminos que emprendieron en su búsqueda de nuevas víctimas.
Es justo por medio de uno de estos juegos que fue contactada y enganchada la adolescente mexiquense; pues para mantener comunicación con el hombre con el que sube al auto, la menor usaba el popular juego de Free Fire.
El Consejo Ciudadano señala que fue durante 2021 que recibieron por primera vez reportes de captación de niñas, niños y adolescentes por medio de videojuegos en línea y que dichos reportes aumentaron 20 por ciento durante 2022.
Tanto Free Fire como Call of Duty (otro de los juegos de riesgo identificados por especialistas) tienen premisas similares: los jugadores tienen un personaje que cae de un paracaídas en una isla y tiene que matar a los demás participantes.
Aunque surgió primero Call of Duty, en los últimos años Free Fire se ha vuelto más popular porque puede jugarse desde cualquier dispositivo Android. Eso lo ha vuelto a su vez más peligroso pues el acceso a este medio está al alcance de cualquiera que tenga un celular.
En Free Fire existen dos tipos diferentes de chats: el chat Clan y el chat Escuadra. En el chat Clan los usuarios pueden enviar un mensaje y cualquiera que se encuentre activo puede responder mientras que en el chat Escuadra puedes agregar al azar a otros jugadores y conversar en un chat privado. Es por medio de estos chats que los delincuentes pueden acceder a los menores.
Sanar las heridas
La trata de personas es un delito difícil de combatir y son pocas las personas que logran liberarse. Para quienes lo logran, sanar la herida puede ser un camino largo y tortuoso, pero de acuerdo con Alejando Núñez, quien convive día con día con jóvenes víctimas de este y otros delitos, la curación de esta herida es posible con las herramientas adecuadas.
El especialista señala que, en particular, las víctimas de trata suelen presentar signos de estrés postraumático, depresión y en muchos casos adicciones adquiridas, ya que a muchos los obligan a consumir sustancias para aguantar las largas jornadas de trabajo a las que son obligados.
“En la mayoría de los casos persiste el miedo, con las víctimas de este delito se trabaja en reconstruir la autoestima perdida, en que se vuelvan a reconocer como personas y en poder volver a confiar en las personas adultas, ya que en la mayoría de los casos quienes los explotan fueron personas en quienes ellos confiaban y con quienes tenían un vínculo afectivo. En estos casos cuesta mucho trabajo volver a lograr que se generen lazos de confianza con las personas”, explica.
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