Todos coludos
Leonardo Schwebel
¡Ahí les voy!
Ya hace años se tuvo la brillante idea de exhibir las placas de los motociclistas en sus chalecos con el pretexto que ayudaría a disminuir los delitos de los llamados “motorratones”.
Más tardaron en operar esa medida que en señalar su anticonstitucionalidad vía la Comisión de Derechos Humanos en Jalisco.
Convertiría –según esos argumentos– a todos los motociclistas en sospechosos, criminalizándolos y, sobre todo, haría una distinción desfavorable comparándolos con ciclistas, automovilistas y peatones, que también pueden cometer delitos.
El viejo estigma de la igualdad: o todos coludos o todos rabones.
A Derechos Humanos, lo sabemos, no le importan las víctimas; más bien defiende y protege a los delincuentes. En mi caso, dos veces me atracaron motociclistas y, por obvias razones, fue imposible identificarlos y de todos modos dudo que hubiera podido aunque tuvieran sus placas en los chalecos.
No hay algo que indique que membretar a los motociclistas disminuya la incidencia delictiva o los accidentes. No sirve.
Días después que Lemus anunció un operativo semejante al de años anteriores, en pleno Periférico, cientos de motociclistas hicieron su clásica rodada como respondiendo que no les importa lo que pueda implementarse. Saben de su impunidad.
Un breve sondeo de mi parte en la Calzada Independencia reflejó decenas de motociclistas circulando por doquier, sin casco o a medias, sin chaleco, trasladando menores de edad atrás o adelante.
Uno de ellos esperando arrancar en un semáforo, no cumplía con el reglamento elemental y una policía vial no hizo el mínimo esfuerzo por llamarle la atención.
No hay ni habrá suficientes elementos para perseguir y, en su caso, multar.
Lo preocupante es que se haga un anuncio de este nivel sin tener una estrategia operativa porque las ocurrencias son las mismas piedras donde muchos gobiernos se tropiezan.
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