YA NI LAS POSADAS SON IGUALES.- Se pasó la Navidad y la verdad que los festejos ya no fueron igual, pero no solamente eso, ya que también los adornos en muchos hogares ahora lucieron diferentes. Se podían ver árboles navideños más sofisticados, con adornos muy diferentes a los de antaño. Esto no cabe duda que afectó las ventas en los llamados mercaditos navideños, ya que realmente muchas familias no colocaron los tradicionales nacimientos, con sus corralitos y sus animales.
Además, tampoco colocaron al niño Jesús, dejándose llevar por el atractivo de flores más grandes, de listones, por lo que ya no se pudieron observar tantas esferas, así como tampoco aquellas series navideñas que le daban vida a los pinitos navideños.
Es difícil pensar que las tradiciones se está acabando, que ya no se realizan las tradicionales posadas, en las que unos están afuera de las casas y otros adentro. Ahora, todos están adentro y no cantando o pidiendo posada, sino conviviendo acompañados por el alcohol, así como alguna cena para pasar el rato.
Todavía se recuerdan a aquellas familias que preparaban su pozole, sus tamales, su pierna en el horno de la estufa, lo mismo que el pavo. No, ahora para evitarse la preparación, algunos optan por pedir los platillos a algún restaurante, algún centro comercial o bien, a alguien particular que se dedica a preparar los platillos más tradicionales y llevarlos a domicilio.
De repente pega la nostalgia, al ver que ya tampoco en las calles se pueden ver a los niños rompiendo piñatas llenas de dulces y en algunas, hace ya varios años, hasta dinero les colocaban. Lo que si no faltó en la Noche Buena fue la entrega de regalos y como si fuera una competencia, era ver quién entregaba el mejor o el más caro, cuando hace ya algunos ayeres, dar un perfume de esos que vienen en catálogo, era la mejor opción.
El tiempo ha cambiado, las tradiciones se acaban, pero los festejos con alcohol, esos no se terminan.
Walter.juarez@milenio.com
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