Torreón representa un punto de partida determinante para el destino de miles de migrantes. La confusión impera entre los cientos de personas que arriban en oleada a los patios de Ferromex al sur de la ciudad.
Es momento de bajar y buscar algo de comida, asearse o cargar celulares. Como pueden se acercan con personal de ferrocarriles y se enteran de algunas salidas. Dudan en saber con certeza cuál línea de vagones es la que va para su siguiente destino, lo único que saben es que ya es el último tramo hacia su sueño.
“Ya en Torreón sentimos que es lo último pero se nos hace eterno”, palabras de Carlos, migrante venezolano que viaja desde hace casi un mes junto a su hijo José, de 16 años de edad. Lo que busca es que tenga estudios y que se pruebe como beisbolista en los Estados Unidos, ya que asegura que tiene buen brazo como pelotero.
La crisis económica que viven en Venezuela puso a pensar a Carlos sobre el futuro de su familia, por lo menos no quiere que su hijo viva por la misma crisis que los orilló a migrar y dejar todo en su natal Puerto La Cruz.
“Quiero que tenga oportunidad de estudiar y de crecer. Él es pelotero y juega muy bien en Venezuela pero son pocos los scouts que van. Decidí buscar un país que le brinde la oportunidad de crecer, que pueda ayudar a los suyos y que su familia no viva la misma crisis que le tocó vivir”.
Su paso por la región lagunera les sirvió para tomar un descanso luego de semanas de viaje, era un destino previsto para transbordar. “Desde que salimos de Venezuela sabíamos que llegaríamos a Torreón para transbordar hacia Piedras Negras y buscar cruzar, pero no contábamos con que los detendrían. Luego de pedirle mucho a Dios nos mandó un tren hacia Piedras Negras”.
Por lo pronto tomaron su lugar en uno de los extremos del vagón número 713653 del tren hacia Piedras Negras; prefieren ir ahí que arriba del vagón o amontonado en las góndolas. Prefieren ya no moverse porque, luego de tres días en Torreón, en cualquier momento arrancaría el tren, algo que se informaba a voces entre los viajeros.
Clima cambiante, de los retos a superar en la travesía
Lo más difícil es el frío que los abraza con su manto de viento, que les llega hasta los huesos y los estremece.
“Aquí en México en el día el sol no se aguanta y en la noche el frío. Cuando uno va en el tren, el viento frío y la brisa del tren son tan insoportables que hasta pensamos que nos congelamos, pero con el sol te quema la piel muy fuerte”.
Tras permanecer tres días en la región, Carlos y su hijo José se dicen totalmente agradecidos con los mexicanos y en especial con los laguneros.
“En México es donde más nos ayudan de todos los países que hemos cruzado, pero aquí en Torreón se ve que se desbordan por ayudarnos a los migrantes, a colaborarles con ropa, calzado, pañales y comida. Si la comida fuera mala estaría tirada por ahí, ¿dónde ven comida en el suelo? Toda la necesitamos”.
En su rostro se puede apreciar el cansancio pero también se notan listos para lo que venga.
Sgg.