Valentina Ramírez es una mujer colombiana de 28 años, quien desde hace tres años llegó a México para comenzar a operar dentro de la red de Las Goteras, una banda criminal dedicada al robo en centros nocturnos y hoteles.
"Soy modelo, acompañante, escort y gotera", relató a TELEDIARIO la oriunda de Medellín, quien compartió cómo es el modus operandi de estas agrupaciones.
Valentina llegó con unas amigas, quienes la invitaron a ingresar a este tipo de servicios.
Aunque en promedio, sus honorarios alcanzan los 20 mil pesos, en una noche ha llegado a ganar hasta 300 mil pesos.
"Qué vamos a tomar, es la pregunta crucial, tienes que buscar la forma de que en un descuido mientras lo estás seduciendo, le vas colocando las gotas. El tiempo no está a tu favor, no es algo tan fácil, pero entre 10 y 15 minutos. Hay que hacerlo creer que está en su momento, para que se pueda tomar el licorcito", dijo.
¿Cuál es el modus operandi de Las Goteras?
Escopolamina, es la sustancia con la que influyen en el estado de sus acompañantes. Sostiene que con esta, pueden entregar datos de acceso a cuentas bancarias y otros, para despojarlos de sus pertenencias.
"Es una planta que se da en el Amazonas, en la selva colombiana. La persona queda deshinibida, pierde la voluntad de sí misma. En mi caso, me dan sus claves de tarjetas, me llevan a su casa, me entregan su dinero, todo lo que yo quiera. Las personas entre 80 y 100 kilos ocupan máximo cuatro gotas, si es más corpulento debes ponerles dos más", indicó.
Según relató, el dinero se obtiene a partir de dos formas:
El primero de ellos es acudiendo con sus compañeras a clubes nocturnos exclusivos de la capital para cazar víctimas.
"Cuanto a ti te toca buscar al cliente tienes que buscar ciertas personas, que tú sabes que manejan dinero", dijo.
La otra modalidad es dentro de restaurantes o antros, donde los clientes llegan y la eligen. En estos opera una red en la que todos se ven beneficiados por la actividad que ella realiza. En esta modalidad no hay contacto físico, sólo hay coqueteo y juegos mentales y llevan a los clientes a pagar la cantidad que sea para pasar momentos a solas con ellos.
"El dueño, el mesero, todos saben. Tú interactúas con él; ni besos ni nada, es una conversación como cualquier otra, pero ahí está el secreto, en engancharlo. Hay niveles, yo soy triple A; normalmente pagan 7 mil u ocho mil pesos solamente por dejarme salir del antro", relató.
Valentina sostiene que debe estar en rotación entre los establecimientos de la red, con el objetivo de no ser descubierta.
"Hay personas que no lo manejan con tanta experiencia y tienen sus consecuencias. Da miedo que se vaya la dosis y la persona pierda la vida o a que te vean las cámaras, tantos peligros; tienes que ser muy astuta", sostuvo.
CMOG