Texcaltitlán se convierte en pueblo fantasma por la violencia de la ‘Familia Michoacana’

En una de las comunidades cercanas a Texcapilla, se dio aviso que la iglesia no tendrá misas hasta nuevo aviso.

Casa abandonada en Texcaltitlán. (Especial)
Ciudad de México /

El temor de una venganza por parte de La Familia Michoacana a pobladores del municipio mexiquense de Texcaltitlán, luego de que pobladores de Texcapilla mataron al jefe de plaza Rigoberto de la Sancha Santillan, El Payaso, se ha corrido a varias comunidades por lo que buscan migrar de sus hogares.

En un recorrió a la comunidad de Milpillas, a unos 2.4 kilómetros de Texcapilla, en el municipio de Texcaltitlán, donde habitantes mataron a El Payaso y 10 de sus sicarios.

En esta población, el fin de semana solo abrieron dos negocios: una tienda de abarrotes y una tlapalería, el resto bajó sus cortinas por miedo y porque el poblado se quedó sin gente, la mayoría huyó a Toluca.

También la iglesia cerró sus puertas y no dará misa hasta nuevo aviso o hasta que los feligreses regresen.

La mayoría de los hogares lucen abandonados. Por los cristales de las ventanas de los domicilios se puede apreciar que están todos los enseres domésticos: televisores, muebles, trastes y demás objetos.

La misma situación se constató en Texcapilla. La mayoría dejó todas sus pertenencias, si acaso se llevaron algo de ropa, otros sacaron sus animales de los corrales, los subieron en camionetas y se los llevaron consigo, los menos afortunados soltaron su ganado para que no muriera de hambre.

En el exterior de una casa construida con madera cerca del centro de la comunidad, se apreció una lavadora repleta de ropa en su interior, lo que hace presumir que la familia que ahí vivía salió de forma desesperada.

El éxodo comenzó horas después de que pobladores se rebelaron ante los extorsionadores de La Familia Michoacana.

Casa abandonada en Milpillas. (Especial)

Pobladores afirman que ese viernes 8 de diciembre más de un centenar de familias abandonaron sus hogares, por amenazas por los criminales que juraron venganza por la muerte de su jefe.

Algunas de estas familias que huyeron de la violencia forman parte de la lista de desaparecidos. En Texcapilla, se presume que las personas extraviadas fueron raptadas por los criminales en falsos retenes colocados en las carreteras que conducen a Toluca.

Familias pasan en el día encerradas en Tecapilla 

A más de una semana del linchamiento, en Texcapilla viven, si acaso, una treintena de familias que pasan las horas encerradas en sus casas a piedra y lodo, pese a la presencia de Militares, Guardia Nacional y Policías de Edomex.

Conforme avanzan los días, se denuncian más personas desaparecidas. Una mujer que se identificó como esposa de Alejandro Ramírez e hija de Rodrigo Calixto, narró a MILENIO que ambos fueron privadas de su libertad junto con otra persona, llamada Pablo Esquivel Salcedo, cuando se dirigían a Toluca a recoger un camión cargado con caña. Esto habría sucedido el viernes 8 de diciembre, horas después de la rebelión contra los narcos.

“Ya me cayó el 20 pues qué más, si hay dos familias que están desaparecidas qué más podemos pensar o hacer” comentó la señora con voz entrecortada por la tristeza que siente al recordar a su esposo y a su padre.

“Lo único que tenemos es la esperanza y la fe en Dios de que ellos están bien, de que algún día ellos van a regresar, eso es lo único que nos mantiene firmes”, agregó la mujer.

En esa zona del Estado de México, la mayoría de los pobladores están familiarizados con la presencia de los narcos, porque durante al menos 7 años se vieron obligados a convivir con ellos, a verlos como parte de la cotidianidad, del panorama.

Los vecinos aseguran que los criminales paseaban con toda impunidad por los poblados y por la cabecera municipal de Texcaltitlán, y denuncian que, a pesar de la presencia de la Policía Estatal y municipales, los sicarios nunca se ocultaron ante el ojo de la autoridad.

“Paseaban en las plazas, aunque estuvieran los estatales, estuviera quien estuviera ellos se paseaban a ellos no les importaba quién los viera, no había justicia para eso porque ellos eran los que mandaban”, narró una mujer cuyo nombre no será revelado por cuestiones de seguridad.

Los pobladores recuerdan con coraje como de la noche a la mañana los precios de los alimentos de la canasta básica se incrementaron en un 100 cien por ciento para satisfacer las exigencias monetarias que los criminales pedían a los comerciantes como pago de cuota.

“Cobraban todas las cosechas. El pollo costaba 150 el kilo cuando antes pagábamos $50 y llegamos a 150 de un día para otro, y el huevo igual lo pagamos a 30 y lo llegamos a pagar hasta 55 y 60, hasta los que rasura van primero cobraban 30 a 50 porque 20 eran para ellos”.

KGA

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