ESPECIAL.- A medida que los hospitales atienden a enfermos de COVID-19 y tratan de evitar el contagio, cada vez más enfermos optan por recibir tratamiento donde se sienten más seguros: en casa.
En todo Estados Unidos aparecen programas de “hospitalización en casa” en medio de la pandemia gracias a la tecnología de las comunicaciones, los equipos médicos portátiles y el personal médico, de enfermería, radiología y paramédicos. Esto reduce las tensiones en los centros asistenciales y también el miedo de los enfermos.
Los programas representan una pequeña proporción de las aproximadamente 35 millones de hospitalizaciones anuales, pero crecen rápidamente con ayuda del seguro estatal Medicare y los seguros privados. Al igual que la telemedicina, este concepto puede adquirir popularidad entre los consumidores enganchados en la entrega a domicilio y otros servicios conectados al internet.
Los enfermos que pueden optar por el servicio son los que padecen afecciones graves como insuficiencia cardíaca crónica, trastornos respiratorios, complicaciones de la diabetes, infecciones e incluso COVID-19, que no requieren cuidados intensivos las 24 horas.
Están enlazados constantemente a centros de mando vía video y artefactos de monitoreo que transmiten sus signos vitales. Reciben varias visitas diarias de un equipo médico. Tal como en el hospital, tienen un botón de emergencia para recibir ayuda inmediata.
Las investigaciones en todo el mundo en los últimos 25 años revelan que los enfermos se recuperan más rápidamente, tienen menos complicaciones y están más satisfechos, a la vez que los costos se reducen hasta en un tercio.
Médicos, funcionarios de hospital y enfermos destacan otras ventajas. La gente descansa mejor en su propia cama. Come lo que quiere, se levanta antes y puede salir a respirar aire fresco. Tienen menos probabilidades de caerse en un ambiente conocido donde cuentan con el apoyo de familiares e incluso de mascotas.
“Yo recomiendo sin la menor duda que quien pueda se quede en casa”, dijo William Merry, quien recibió tratamiento por neumonía en su casa en Ipswich, Massachusetts, en julio. “No hubo el menor problema. En absoluto”.
Merry, quien seis años antes había padecido una hospitalización incómoda, se negó a regresar cuando los antibióticos no lo curaron y su temperatura subió a 40. Por eso, su médico dispuso que lo atendiera Medically Home, una empresa con sede en Boston.
Merry y su esposa Linda, enfermera retirada, dijeron que el servicio transformó su comedor en una pequeña habitación de hospital. Los técnicos instalaron los equipos, les entregaron las provisiones y los tanques de oxígeno y les explicaron cómo funcionaba todo.
Eso y las llamadas por video del médico le alivió el estrés. Recibieron planillas con los horarios de las visitas médicas, extracciones de sangre, medicación intravenosa y otras operaciones, dijo.
“Pero me parece muy importante”, advirtió, “que siempre haya alguien en la casa”.
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ESPECIAL.- A medida que los hospitales atienden a enfermos de COVID-19 y tratan de evitar el contagio, cada vez más enfermos optan por recibir tratamiento donde se sienten más seguros: en casa.
En todo Estados Unidos aparecen programas de “hospitalización en casa” en medio de la pandemia gracias a la tecnología de las comunicaciones, los equipos médicos portátiles y el personal médico, de enfermería, radiología y paramédicos. Esto reduce las tensiones en los centros asistenciales y también el miedo de los enfermos.
Los programas representan una pequeña proporción de las aproximadamente 35 millones de hospitalizaciones anuales, pero crecen rápidamente con ayuda del seguro estatal Medicare y los seguros privados. Al igual que la telemedicina, este concepto puede adquirir popularidad entre los consumidores enganchados en la entrega a domicilio y otros servicios conectados al internet.
Los enfermos que pueden optar por el servicio son los que padecen afecciones graves como insuficiencia cardíaca crónica, trastornos respiratorios, complicaciones de la diabetes, infecciones e incluso COVID-19, que no requieren cuidados intensivos las 24 horas.
Están enlazados constantemente a centros de mando vía video y artefactos de monitoreo que transmiten sus signos vitales. Reciben varias visitas diarias de un equipo médico. Tal como en el hospital, tienen un botón de emergencia para recibir ayuda inmediata.
Las investigaciones en todo el mundo en los últimos 25 años revelan que los enfermos se recuperan más rápidamente, tienen menos complicaciones y están más satisfechos, a la vez que los costos se reducen hasta en un tercio.
Médicos, funcionarios de hospital y enfermos destacan otras ventajas. La gente descansa mejor en su propia cama. Come lo que quiere, se levanta antes y puede salir a respirar aire fresco. Tienen menos probabilidades de caerse en un ambiente conocido donde cuentan con el apoyo de familiares e incluso de mascotas.
“Yo recomiendo sin la menor duda que quien pueda se quede en casa”, dijo William Merry, quien recibió tratamiento por neumonía en su casa en Ipswich, Massachusetts, en julio. “No hubo el menor problema. En absoluto”.
Merry, quien seis años antes había padecido una hospitalización incómoda, se negó a regresar cuando los antibióticos no lo curaron y su temperatura subió a 40. Por eso, su médico dispuso que lo atendiera Medically Home, una empresa con sede en Boston.
Merry y su esposa Linda, enfermera retirada, dijeron que el servicio transformó su comedor en una pequeña habitación de hospital. Los técnicos instalaron los equipos, les entregaron las provisiones y los tanques de oxígeno y les explicaron cómo funcionaba todo.
Eso y las llamadas por video del médico le alivió el estrés. Recibieron planillas con los horarios de las visitas médicas, extracciones de sangre, medicación intravenosa y otras operaciones, dijo.
“Pero me parece muy importante”, advirtió, “que siempre haya alguien en la casa”.
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