Diálogos de “Fe, esperanza y carnicería” con Nick Cave

El libro reciente del compositor australiano compila extensas y reveladoras conversaciones con Seán O’Hagan sobre su vida, grandes canciones y pérdidas

Nick Cave presenta nuevo libro. / Especial
Monterrey, Nuevo León /

La vida interior del famoso compositor australiano Nick Cave brota desde la conversación. Vaya forma de conocer a quien sembró la mala semilla con éxitos contundentes como “Deanna”, “Red right hand”, “Straight to you”, “Nobody’s baby now”, “Into my arms”, “Do you love me?”, “The mercy seat”, “Henry Lee”, “The weeping song” o “The ship song”, quien aparte de los discos que lo sustentan, ha escrito varios libros

El más reciente, “Fe, esperanza y carnicería” (Sexto Piso, traducción de Eduardo Rabasa), que hizo en complicidad con Seán O’Hagan, su entrevistador.

De qué trata Fe, esperanza y carnicería de Nick Cave 

Esta obra parte del diálogo vital, a través del cual se asoman sus percepciones muy particulares. Es muy del orden de Cave que al crear sus canciones haya algo intimidante, e incluso sangriento, como lo llama él por el proceso desmedido; a fin de cuentas canciones que adquieren su propia forma, “cambian de dirección, se quiebran o, peor, se atomizan delante de uno. 

En realidad, esas canciones existen bajo sus propios términos descabellados” (pág. 17), dice, pero sin duda hay melodías que surgen del alma, como lo explora en su reciente y aclamado disco: ‘Ghosteen’ está impreso del anhelo de nuestra alma. Hay espíritus atrapados en su interior. Pueden sentirse en el disco” (pág. 47).

Esta obra nos acerca al Nick Cave que es un artista en toda la extensión de la palabra, dialoga sobre el encierro de la pandemia, lo que dejó en su percepción, cómo es su vida en las giras y de cómo el cuerpo entra en esa complicidad del show, y se muestra preocupado por muchas cosas, y el agradar a su público es una de ellas, entrar al sentido de quien acude a sus conciertos, darle satisfacciones, en lo que él llama el ritual salvaje: 

“La adrenalina, la energía del público, la fuerza bruta de la música: es como si te transformaras en otra cosa”. (pág. 212).  

Nick es creador de hermosas, oscuras y malditas melodías, esa genial paradoja que lo distingue, y más cuando da una palabra secreta para la composición, cuál será esa palabra: “podría cantar ‘Bognor, baby’, y ahí están las cuatro sílabas. Problema resuelto. Por cierto, la palabra baby es muy útil para componer canciones, lo cual quizá no sabías. Es el arma secreta de un compositor: baby o babe” (pág. 237).

Sean O’Hagan le pregunta sobre varios temas difíciles de su vida, como la muerte de su hijo Arthur, pero también de la iniciativa de la fundación del sitio web The Red Hand Files, donde conversa y reflexiona con sus fans sobre diversos temas, su esfuerzo por mantenerse receptivo, abierto a todo tipo de situaciones complicadas, a las cuales busca darles una utilidad práctica y positiva a través de sus opiniones directas y profundas, porque a fin de cuentas la música es ese vínculo que siempre trae buenas cosas: “De todas las formas creativas, la música repara mejor el corazón (…)Lo sé porque me ha sanado y ha sido mi salvación” (pág. 251).

Cave conversa sobre el momento que vive con Susie su esposa, de cómo sobreponerse a la pérdida de un hijo, de lo que sigue y de lo que han significado esos momentos en la historia de la música, a la que le ha puesto uno de los sellos más distinguibles y poderosos: versos, frases, poesía, la que cultivó como Nick Cave, casi siempre con los Bad Seeds.

rcm

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