Francisco Galán Goche se dedicó a la alfarería durante 77 años en el municipio de San Pedro Tlaquepaque, localidad que es reconocida como la Tierra de los Dioses del Barro; no obstante, debido a su edad y limitaciones por una enfermedad crónica en el corazón, ha dejado de laborar a gran escala.
Sin embargo, recuerda y aprecia con afecto la sensación del barro entre sus manos, ya que con sus propias palabras señala “es una maravilla crear una obra de arte a partir de la tierra”. Francisco, comenzó en la alfarería debido a que su padre falleció cuando tenía siete años y siendo uno de los hermanos varones, fue obligado por su madre a trabajar y a dejar de estudiar.
Aun con aquella imposición de por medio, Francisco comenzó a apreciar el labor del artesano e inició su travesía en la fabricación de ollas y monos de barro. No obstante, comentó que este tipo de arte no es apreciado, ya que, durante el tiempo que vendió en mercados de Jalisco, varias personas le regateaban la mercancía.
Si bien, recuerda más experiencias negativas que positivas, mencionó que nunca olvidará a una mujer en el poblado de San Agustín que lo besó en la mejilla al felicitarlo por su trabajo y que también le emociona saber, que hizo obras para el extranjero, ya que llegó a fabricar una Virgen María para un ciudadano norteamericano.
Por otra parte, también agregó que su conocimiento le permitió hacer buenos trabajos, debido a que señala, la gente desconoce que para cada pieza de barro es necesario un tipo diferente de tierra. Por ejemplo, mencionó que para hacer jarrones, ollas y platos, la arena blanca es el elemento principal; sin embargo, agregó que ya no es fácil conseguir este tipo de material debido a que las inmobiliarias acapararon los terrenos donde acarreaban la arena y tierra.
Además, añadió que aun con todo el esfuerzo que implementa un artesano en fabricar y buscar el material, no gana lo que debería, puesto que son los compradores de tiendas grandes los que se llevan las ganancias y el título de ‘artesanos’. Sin importar, que ellos no horneen, pinten y pulan cada pieza.
Incluso con ello, hizo énfasis en que es importante no dejar morir las artesanías, ya que “es mantener vivo a México” y declaró, que a los futuros artesanos les recomienda estudiar y no sólo enfrascarse en la alfarería.
Con esfuerzo y noches de desvelo, Francisco Galán Goche, consiguió brindarle a dos de sus hijos una carrera universitaria, mismos ha los que les inculcó el no avergonzarse de donde provienen: de un trabajo honesto y de manos que manejan la tierra.
Ahora, a sus 84 años, su último encargo es hacer nacimientos para Navidad, aquellos que quiere dejar de recuerdo para sus nietos e hijos. Y aunque, su edad le impide movilizarse con total libertad, todavía sus manos pueden crear cualquier obra de arte.
Cabe mencionar, que Francisco dejó de laborar porque su cuerpo ya no resistía las continuas horas al momento de hornear las ollas y jarrones, no obstante, él hubiese querido seguir trabajando ya que dijo “quiero sentirme útil, aportar algo a México”. Sin embargo, también tiene claro que debe afrontar sus limitantes, las cuales implican, una enfermedad crónica en el corazón que le fue detectada hace aproximadamente ocho años y que lo mantiene con estricta medicación.
Aun así, sabe que marcó una diferencia en su rubro al implicar su pasión y perfeccionismo, además, que conoció y formó parte del Tlaquepaque de antaño que era reconocido por su riqueza alfarera, de la cual actualmente sólo quedan unos pocos artesanos que continúan manteniendo viva la tradición.