El amor eterno aún es cuestionado por un sinfín de personas, sin embargo, historias como la de Anna Evangelista y Francisco Giampaoli hacen creer que los compañeros de vida sí existen, ya que esta pareja de 71 años de casados sigue amándose más que el primer día que se conocieron.
El matrimonio ofreció una entrevista al medio TN, donde Francisco narró que conoció a su esposa en Los Nogales (Argentina), en una pequeña zona de departamentos. El mágico encuentro ocurrió después de varias reuniones entre amigos y vecinos, donde frecuentaban los asados y los juegos de naipes.
Incluso, la vida trató de unirlos cuando María, prima de Anna, se casó con uno de los hermanos de Francisco. Desde entonces, él asegura que se gustaban.
“Nos mirábamos mucho, hasta que bueno, nos pusimos de novios”, explicó Francisco.
La pareja mantuvo el noviazgo por cinco años hasta que decidieron casarse y vivir juntos. Ahora, con Francisco de casi 101 años y con Anna de 96, la situación no ha cambiado, aun si la vejez toma factura.
El fruto de un amor
Anna y Francisco se convirtieron en padres en 1952, con el nacimiento de su hija Elsa; después vinieron Óscar (1953) y Liliana (1962). Actualmente, es Óscar quien se encarga de cosechar y sembrar el campo que la pareja compró en San José de la Esquina.
Además, de acuerdo con la hija menor, Anna tiene demencia senil, lo que impide que pueda comunicarse pero asegura que “ella entiende todo lo que pasa y registra lo que sucede durante el día” aunque a la mañana siguiente lo olvida.
Aun así, para celebrar su aniversario número 71, aceptó junto a Francisco una sesión fotográfica con Bárbara Massei, donde inmortalizaron su amor con varios retratos.
“Luego de tantos años compartidos y de transcurrir tantas cosas juntos, no podríamos vivir el uno sin el otro”, dijo Francisco para TN.
El hombre agregó, que cada día busca expresarle su amor a Anna, ya sea con un beso o un abrazo, sin importar que ella no reaccione de la mejor manera debido a su demencia senil. Asimismo, mencionó que aunque pasen los años son personas trabajadoras que les encanta levantarse temprano, agarrar su pala y apoyar en la cosecha de tomates y berenjenas, recordando así que vienen de un hogar humilde que tuvo muchas dificultades para sobrevivir.
La familia de Anna y Francisco también creció con sus cinco nietas y tres bisnietas, que los visitan todos los domingos en compañía de sus hijos. Francisco narró con alegría como se juntan para “preparar algo para comer” y como hacen asados de lechones y corderos.
Al final de la entrevista, Francisco comentó que para Anna no fue fácil mudarse a San José de la Esquina, sin embargo, el asegura que ahora pueden vivir tranquilos y los más importante, estando “siempre juntos”.
MRG