Marco, tiene 4 años y nunca había pedido medicina a sus padres, así lo relató Lucía Denisse Ayala, su mamá. Sin embargo, siempre hay una primera vez, y para Marco fue desafortunadamente a bordo de un avión cuando un dolor insoportable del lado derecho del abdomen le provocó 'retorserce' del dolor y el llanto.
En pleno vuelo de regreso de vacaciones en México, Marco, vio su vida en peligro. Dos horas después de haber despegado a París, comenzó a experimentar un fuerte dolor abdominal.
El vuelo AF0179 de Air France encendió las bocinas y el capitán solicitó un médico voluntario para una asistencia médica. Lo hizo en francés y luego en inglés, pero nadie respondió.
“Mamá, dame medicina, me duele mucho el estómago”, exclamaba el niño que nunca antes había pedido medicina, -“Mamá, no puedo más con el dolor”-. Lucía, la madre del pequeño en compañía de las sobrecargos hicieron todo lo que estuvo en sus manos por calmar el malestar de Marco.
Cinco minutos después, el capitán del vuelo hizo una segunda llamada otra vez en francés -“S'il y a un médecin à bord, veuillez le signaler à l'agent de bord”- y, posteriormente en inglés, reiteró el llamado urgente: -“If there is a doctor on board, please report this to the flight attendant”-.
Fue entonces cuando Violeta Álvarez, una doctora con especialidad en pediatría del IMSS que iba de vacaciones a Francia, se enteró de la situación y se ofreció como voluntaria.
La doctora Violeta Álvarez Perdomo venía dormida, pero su hermana la despertó. Estaba recién operada, retirada prematuramente de sus labores médicas por una cirugía en la pierna que se complicó. Pensó que otro médico ayudaría, pero nadie se levantó:
“Estaba temerosa porque soy pediatra y pensé que el pasajero sería un adulto. Pero me ganó la ética y dije: voy a ver en qué puedo ayudar”, recuerda.
Apoyada en su bastón caminó entre los pasillos estrechos y se puso a disposición con las sobrecargos. Cuando llegó con la mamá Lucía, el chico hijo lloraba, pero al menos ya le habían dado paracetamol.
Fueron a la sección de Primera Clase para acostar al niño. Le dieron los instrumentos con los que contaba la tripulación: un estetoscopio para adulto y un monitor de presión, también para mayores de edad, el cual no funciona en niños porque sus brazos son pequeños y el brazalete arroja lecturas erróneas. Sólo tenía un abatelenguas de madera, la luz del celular y sus propias manos para elaborar el diagnóstico.
Aun con el paracetamol, el niño tenía un dolor del lado derecho del abdomen. Tocó su barriguita y dijo “esto es apendicitis”; 20 años de experiencia como pediatra en urgencias del hospital La Raza del IMSS resultaron invaluables. Su segundo diagnóstico fue infección de vías urinarias y, el tercero, constipación intestinal.
Lucía Denisse Ayala, madre de Marco, tenía entonces dos grandes preocupaciones: la salud de su hijo, pero también la angustia por lo que implicaría haber pedido apoyo dentro de la aeronave, se preguntaba entonces, cuánto tendría que pagar por tratar el malestar de su hijo. No imaginó que su primer vuelo en Primera Clase a París sería con su hijo postrado, con la salud en riesgo.
“Venía sentada y sin tocar nada, no quería que me cobraran nada”, recuerda. “Había botones por todos lados y no sabía ni cuál era para apagar la luz de mi hijo… pensaba en cuánto me saldría el chistecito y si me quedaría endeudada de por vida”.
Marcos dormía y le tocó la cabeza, las piernas, el pecho, todo bien. Pero cuando tocó el abdomen, el niño saltó e hizo una mueca de dolor. “No hay duda, tiene apendicitis. Tenemos que bajar a este niño ya”, dijo la médica, egresada del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Violeta indicó a Lucía que regresaría para una segunda revisión en unas horas. Al confirmar el diagnóstico de apendicitis, se contactó con el capitán para notificar la urgencia médica. Sin embargo, su diagnóstico fue cuestionado, requiriendo su cédula profesional, que no llevaba consigo al estar de vacaciones.
Ante la posibilidad de llegar a París en 9 horas, Violeta consultó al Servicio de Médico Francés (SAMU) para justificar el cambio de ruta. Explicó la situación, resaltando la falta de insumos para una intervención segura. Acordaron desviarse hacia Canadá, donde el niño fue atendido y estabilizado. Horas después, una sobrecargo confirmó a Violeta que el niño se encontraba bien y que su diagnóstico había sido acertado.
¿Qué pasó al final del vuelo?
—¿Tengo qué pagar algo? —Lucía preguntó con miedo casi al final del viaje.
No. Fue un accidente, no su culpa. La aerolínea está cubierta, no se preocupe, lo más importante es salvar la vida de su hijo, fue la respuesta.
“Todo el chistecito de Canadá nos hubiera costado como 40 mil euros, porque era un hospital muy lujoso, y solo pagué 200 euros de unos taxis que no validaron, pero sí los vamos a recuperar. Es la importancia de estar asegurada”, celebra Lucía.
“Cuando nos reportan una emergencia médica a bordo siempre se prepondera la vida humana y la seguridad”, explica el capitán José Gerardo Alonso, vocero de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA). Si no hay un médico a bordo, la tripulación, con sus conocimientos de primeros auxilios, y los capitanes deciden qué tan grave está un pasajero como para bajar el avión.
Cuando el piloto se declara en emergencia médica con el centro de control aéreo, se le da categoría de avión ambulancia. Le quitan todos los tráficos y, al aterrizar, hay una ambulancia y personal especializado.
Violeta Álvarez Perdomo, la doctora del IMSS que le salvó la vida a un niño en las nubes
La médica Violeta se pensionó durante la pandemia y no tuvo ceremonia ni celebración del cierre de su ciclo. Marco fue su despedida y la oportunidad para dejar muy en alto a los especialistas del Centro Médico Nacional La Raza del Seguro Social, dice orgullosa.
Air France le envió una carta de agradecimiento por su valiosa ayuda al responder a la solicitud de la cabina para brindar asistencia médica.
A la doctora le gustaría que las aerolíneas tuvieran a bordo instrumentos y equipos completos para niños, al menos para vuelos mayores a cuatro horas, que dieran adiestramiento al personal para pacientes pediátricos y que llevaran un médico a bordo como parte del personal. “Es una idea costosa, pero necesaria para situaciones futuras”.
Lucía le manda a Violeta fotos de su hijo sonriente y juguetón. El Día del Médico publicó en Facebook su historia como un homenaje a su labor.