Zoraya ter Beek, una joven neerlandesa que padecía depresión severa, autismo y trastorno límite de la personalidad, decidió solicitar y recibir la eutanasia. Falleció el 22 de mayo a los 29 años, según revelaron mensajes en redes sociales de sus amigos cercanos.
A pesar de disfrutar de una buena salud física, expresó su deseo de acabar con su sufrimiento en una entrevista el pasado mes de abril. Países Bajos, donde residía, fue el primer país en legalizar la eutanasia en 2002.
Amigos de Zoraya confirmaron su fallecimiento en un blog y en redes sociales. Uno de ellos, en Twitter, rechazó las críticas hacia Zoraya y cuestionó a aquellos que dudaron de sus motivos. Otro homenaje sugiere que Zoraya planeó morir en su cumpleaños número 29, aunque finalmente murió 20 días después en su hogar en Oldenzaal, acompañada por su pareja y sin música, tal como deseaba.
El caso de Zoraya ha reavivado el debate sobre los límites de la eutanasia. Algunos argumentan que permitir la eutanasia a personas jóvenes y físicamente sanas con problemas mentales puede fomentar el suicidio.
Sin embargo, otros sostienen que casos como el de Zoraya ponen de manifiesto el insoportable sufrimiento de quienes enfrentan problemas mentales graves, subrayando la necesidad de considerar el dolor humano en estas circunstancias.
Controversia ante la eutanasia para gente joven
Ter Beek expresó que era entendible que casos como el suyo, y la cuestión más amplia de la legalidad de la muerte asistida, generaran controversia. En una entrevista con el diario británico The Guardian, afirmó que la gente cree que cuando uno tiene una enfermedad mental no puede pensar con claridad, lo cual es insultante.
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Reconoció los temores de algunas personas discapacitadas sobre la muerte asistida y la preocupación por ser presionadas para morir, pero destacó que en Países Bajos, donde la ley está vigente desde hace más de 20 años, existen normas muy estrictas que garantizan la seguridad del proceso.
Según la legislación de Países Bajos, una persona que desee acceder a la muerte asistida debe estar sufriendo de manera insoportable y sin perspectivas de mejora. Además, debe estar completamente informada y ser competente para tomar esa decisión. La joven afirma cumplir con todos estos requisitos.
Ter Beek optó por someterse a tratamientos intensivos, que incluían terapias de conversación, medicación y más de 30 sesiones de terapia electroconvulsiva (TEC). Comentó que a través de la terapia aprendió mucho sobre sí misma y sobre cómo enfrentar sus problemas, pero no resolvió los problemas fundamentales. Al principio del tratamiento, mantenía la esperanza de que mejoraría, pero a medida que el tratamiento continuaba, esa esperanza se desvanecía.
AA