En Brasil, existe un santuario dedicado a rescatar animales que han sido maltratados o abandonados, en su mayoría, animales provenientes de granjas. Este lugar es conocido como el Santuario Vale da Rainha, donde ofrecen una oportunidad de esperanza a animales que más lo necesitan, así como un refugio.
Tal es el caso de uno de los muchos animales que han sido rescatados por este santuario, un toro blanco llamado Hanuman, quien de ser condenado al matadero, fue rescatado, logrando así conseguir su libertad hasta llegar al Santuario Vale da Rainha.
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El animal llegó por azares del destino hasta este lugar seguro, aun con lágrimas en los ojos; donde encontró consuelo en Patricia Andrade Varela Favano, la cofundadora de Santuario Vale da Rainha, quien desarrolló un vinculo especial con el animal, y ahora se han vuelto grandes amigos. Pues Patricia no dudó en darle afecto y protección en su nuevo techo para vivir.
Este vínculo se consolidó mediante interacciones constantes que iban más allá de los cuidados físicos básicos. Patricia se tomaba su tiempo para visitar a Hanuman en el campo, hablarle y cantarle, pese a que muchos considerarían peligroso acercarse al toro de esta forma. Sin embargo, pese a eso, Hanuman se volvió un toro muy consentido y feliz durante sus primeras semanas en el lugar, gracias a los cuidados de Patricia; comportándose incluso como un cachorro. Pues cuando ella estaba cerca, Hanuman le enseñaba la barriga en un claro signo de confianza y vulnerabilidad, llegando incluso a tumbarse en su regazo.
La evolución ha sido bastante notoria, pues cuando Hanuman llegó al santuario, lucía bastante triste y lleno de lágrimas de dolor del sufrimiento al cual había sido sometido. Pese a ello, encontró consuelo en la presencia de Patricia. Este cambio radical indica un nivel de comprensión y consuelo poco frecuente en las relaciones entre animales de granja y humanos, pero que el santuario ha logrado desarrollar gracias a la ayuda que provee a esos animales.
El caso del toro Hanuman es solo uno de los muchos que el santuario tiene para estudiar el hecho de que los animales son capaces de sentir emociones tales como el miedo, la tristeza, la felicidad y gratitud, y así, poder formar vínculos profundos con los humanos.